La profecía de María
En el cántico recitado por Nuestra Santa Madre que conocemos como La Magnífica (en latín Magnícat) ella anunciaría “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones” (Lucas 1, 48) tomando en ese instante como punto de partida, las felicitaciones por parte de su prima Isabel, primera en proclamar a María como “dichosa”.
Bienaventurada me llamarán todas las generaciones
Ante estas palabras, podemos afirmar que el cántico y oracion La Magnifica predice la proclamación que se irá extendiendo en todo el mundo, donde María hace testimonio de la veneración por parte de la comunidad cristiana hacia ella quien se convertirá en la Madre de Jesús.
La Magnífica constituye en este sentido, una primicia al culto cristiano transmitido en todas las generaciones existentes, fe que ha formado nuestro amor hacia la Virgen de Nazaret.
María, sierva y esclava del Señor
Es interesante reflexionar, que el episodio que precede el cántico de la Magnífica y la visitación de María a Isabel, es decir, cuando María se entera de que es la portadora del Hijo de Dios y decide visitar a su prima Isabel, pues el ángel le había anunciado que estaba por dar a luz.
A pesar de la importante misión de la Virgen, a quien se le habría anunciado que sería la Madre de un Rey, ella en su máxima humildad como mujer, decide ir a servir a su prima, adelantándose entonces a las enseñanzas de Cristo, cuando nos dice “amarnos los unos a los otros como Él nos amó”.
María es, por lo tanto, símbolo de caridad, amor y entrega desinteresada al prójimo, por esto es dichosa, y será alabada por todas las generaciones, por siempre.