La Avaricia proviene de una expresión en latín, la cual hace alusión a una definición parecida a la glotonería y la lujuria: y es que al igual que esos 2 pecados capitales, en el caso de la Avaricia, también se trata de un pecado en exceso. ¿Por qué decimos esto? Porque la Avaricia hace referencia a la adquisición de riquezas de manera excesiva.
En una definición que dio Santo Tomás de Aquino, se describió la Avaricia como un pecado contra Dios, mediante el cual el hombre rechaza las cosas eternas y las cambia por las cosas temporales. Y al igual que otros pecados capitales, la Avaricia, puede originar o llevar a una persona a cometer otros pecados. Por poner algunos ejemplos, la Avaricia puede hacer que una persona sea desleal y traicionera, con tal de obtener un beneficio personal. Además, puede hacer que una persona acepte algún soborno. Y con tal de conseguir objetos valiosos, la persona avariciosa puede llegar incluso a robar y asesinar, haciéndolo de manera violenta.
Por último, la persona avariciosa puede incurrir en engaños o manipular la autoridad, como es el caso de la simonía. En vista de lo anterior, algunos llegan a la conclusión de que el hecho de ser avaricioso puede deberse a que se cree que las posesiones materiales y riquezas llevan a la felicidad, aunque en realidad pueden llevar a consecuencias graves para la persona avariciosa.